Accademia del Piacere: FAHMI ALQHAI & PATRICIA GUERRERO

Rediscovering Spain

Música española ca.1600

CONCIERTOS DE LA ASOCIACIÓN FRANCISCO GUERRERO

FICHA ARTÍSTICA

 

Fahmi Alqhai, viola da gamba y dirección

Patricia Guerrero, baile

 

ACCADEMIA DEL PIACERE

Rami Alqhai y Johanna Rose, violas da gamba

Javier Núñez, clave

Agustín Diassera, percusión

 

PROGRAMA DE CONCIERTO

Di, perra mora

Anónimo s. XVI

 

La dama le demanda

Antonio de Cabezón (1510-1566) & Fahmi Alqhai

 

La Spagna

Glosado Heinrich Issac & Fahmi Alqhai

 

O felici occhi miei

Jacobus Arcadelt (1505-1568),
Diego Ortiz (c.1510-c.1570) & Fahmi Alqhai

 

Diferencias sobre Guárdame las vacas

Improvisación & Fahmi Alqhai

 

Tiento III de primer tono

Antonio de Cabezón

 

Glosa sobre Mille Regretz de Josquin

Fahmi Alqhai

 

Fandango

Santiago de Murcia (c.1673-c.1739)

 

Guaracha & Guajira

Xácaras & Folías

Anónimo & Fahmi Alqhai

 

Improvisación sobre el Pasacalle

 

Marionas & Canarios

Gaspar Sanz (1640-1710) & Fahmi Alqhai

Notas al programa

Decadente y ensimismada, la ultraconservadora monarquía española del siglo XVII cerró a cal y canto las fronteras culturales del país por miedo a las heréticas influencias noreuropeas. Con la censura y la Inquisición a pleno rendimiento, las artes sufrieron las consecuencias de ese nacionalismo regresivo, pero paradójicamente hoy podemos disfrutar de sus consecuencias musicales pues, alejados de las corrientes italianizantes, los músicos españoles se vieron forzados a crear una música singular y original: llena de arcaísmos pero también de soluciones nuevas y personales, influida por la música popular vernácula y también por formas y estilos procedentes de las inmensas colonias de la corona hispana.

Si la música litúrgica se vio abocada a la repetición de clichés ya vigentes —por ejemplo, el policoralismo veneciano de ciento cincuenta años antes—, la música profana y la instrumental —incluso las destinadas a los ambientes aristocráticos más privilegiados— se vieron literalmente anegadas por la influencia de las danzas traídas de allende los mares por colonizadores y colonizados. Por ahí se colaron en los palacios no sólo los ritmos tradicionales españoles, sino los venidos del Nápoles dominado por los Austrias, de la vecina Portugal, por supuesto los procedentes de los virreinatos americanos y, a través de ellos, los traídos del África negra por miles de esclavos forzados a cruzar el Atlántico.

Fue escondidas tras los rasgueos del instrumento de moda, la guitarra, como se filtraron en los palacios esas danzas, de compás casi siempre ternario y en forma de variaciones sobre un basso ostinato, o sea, de armonías repetidas sobre las cuales los músicos podían improvisar libremente y exhibir así sus recursos instrumentales. En las fuentes anónimas y en ediciones como las de Santiago de Murcia o el aragonés Sanz se pusieron por escrito las improvisaciones más conseguidas; a través de ellas podremos escuchar ese decisivo paso, a través de España, de sus ritmos cruzados y sus armonías sencillas e insistentes —probablemente decisivas para el establecimiento de la moderna tonalidad y las actuales ruedas de acordes, todavía vigentes—. Procedentes de los medios más humildes y de las regiones más alejadas del mundo, avanzadas de una primera globalización, acabaron por dominar la música de la mismísima corte de Versalles o alcanzar la pluma de grandes como Bach o Scarlatti, en cuyas manos chaconas, fandangos, folías y canarios pusieron su pie en la Historia.

 

Juan Ramón Lara

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