La voz humana, de F. Poulenc

LA VOZ HUMANA, de F. Poulenc

Ella                                                             Nicola Beller Carbone (soprano)

Él                                                                Juan Pérez Floristán (piano)

El insoportable miedo a morir solos       Luis Tausía (actor)

Dirección, dramaturgia, espacio escénico, vestuario e iluminación: Rafael R. Villalobos

Técnico video: Abelardo Castro

 D X M. (DRAMA x MUSICA). PRODUCCIÓN ESPACIO TURINA

La más humana de las voces

Podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos que toda relación afectivo/sexual, por monógama y ortodoxa que se complazca de ser, conforma un perfecto ménage-à-trois integrado por la pareja principal y el insoportable miedo a morir solos. Juntos, los dos cuerpos físicos conviven en mayor o menor armonía hasta que el fantasma que los acompaña triunfa sobre la levedad de la carne. Día tras día, noche tras noche, ambos han de compartir lecho y rutinas con la presencia de este espíritu aterrador que a lo largo de los años puede encarnar múltiples máscaras -desde amantes amenazantes a doctores portadores de diagnósticos apocalípticos- haciendo patente que dicho miedo es, sin ningún lugar a dudas, el más humano que existe, como humana es la voz que lo susurra al oído.

Me gusta imaginar en La voix humaine, ese ejercicio de elipsis infinitas escrito por Jean Cocteau en 1930 y musicado por Francis Poulenc en 1958 en el que solo escuchamos una parte de una conversación telefónica, no como una exhibición voyeurista de la autodestrucción, una mujer sumisa que se consume ante la hecatombe que supone la llamada de despedida de su amante, sino como un estado emocional que se perpetúa en el tiempo de una pareja que se niega a aceptar la finitud de su relación estableciendo alternativamente estrategias para mantenerla absurdamente a flote. Así, analizando las palabras y apoyándonos en la retórica que se establece con los instrumentos, aun más incisiva en la versión para piano del propio compositor, nuestra aproximación trata de llevar a escena la esencia de este binomio tóxico abocada al fracaso donde el teléfono se sitúa en un plano metafórico como símbolo de la incomunicación a la vez que se convierte en el aliado de esta pareja de artistas, cuyas carreras les obliga a estar perennemente separados y ficticiamente conectados a través de este aparato.

Nuestro acercamiento a La Voix Humaine bebe de múltiples fuentes literarias, musicales y plásticas a la vez que se inspira libremente en diferentes pasajes de los diarios de Anaïs Nin y su triángulo amoroso con Henry Miller y su esposa June Edith Smith, enraizando con la propia voluntad del ciclo DxM de ofrecer proyectos líricos fronterizos, experimentando en esta ocasión en torno a la relación física de dos interpretes -pianista y cantante, como los propios padres de Nin- cuyo código comunicativo es completamente diferente. Aquí no percibimos una parte de la conversación, sino que somos testigos privilegiados de la conversación completa que establecen la palabra y el piano donde el lenguaje corporal adquiere una especial significancia.

¿Estamos ante la llamada final de el a ella o acaso somos testigos de todas las horas que una pareja ha pasado al teléfono? ¿Están nuestros protagonistas separados por oceános y husos horarios, o se encuentran encerrados en la misma habitación incapaces de poder establecer una comunicación fluida? Con una concepción líquida del tiempo, la realidad, el recuerdo y la proyección de los deseos más oscuros se entrelazan en este monólogo convertido en diálogo donde no podemos llegar a estar seguros de a quien pertenece la autoría de cada renglón.

Rafael R. Villalobos

La voz humana