Coro de la Sociedad Musical de Sevilla

Pre-FeMÀS 23. Sevilla HIP Ensembles

AD CÆLUM    

Thomas Tomkins (1572-1656)
I heard a voice from heaven

Estêvão Lopes-Morago (1575-1630)
Jesu Redemptor I

Juan Gutiérrez de Padilla (1590-1664)
Stabat Mater

Thomas Weelkes (1576-1623)
When David heard

Henry Purcell (1659-1695)
Funeral Sentences

  1. Man that is born of a woman
  2. In the midst of life
  3. Thou knows, Lord, the secrets

Duarte Lobo (1565-1646)
Memento Mei

Estêvão Lopes-Morago
Jesu Redemptor II

Heinrich Schütz (1585-1672)
Cantiones sacræ, op. 4 (1625)

  1. Confitemini Domino SWV 91
  2. Pater Noster SWV 89
  3. Gratias agimus tibi SWV 93

Claudio Monteverdi (1567-1643)
Cantate Domino


CORO DE LA SOCIEDAD MUSICAL DE SEVILLA

Chano Robles, órgano
Pedro Teixeira, director

Sopranos: María Luisa Carrillo Oliver, Elena Correa Montoto, Mirentxu García Garmendia, Mame García Lazo, Maripepa González Vílchez, Carmen Monge Domínguez, Carmen Elena Martínez Ortega, Lola Rivera García, Manuela Rivera García, Beatriz Sánchez Fernández.

Altos: Soledad Casals Pérez-Caballero, Elena García Gómez, Ana González Casquet, Ana María Martínez García, María José Meana Cubero, Regla Montes Rodríguez, Gracia Romero Martín, Anke Windel.

Tenores: Víctor Manuel Expósito Pachón, Manuel Gómez Viveros, Finbarr González O’Sullivan, Alfonso León Navarro, Antonio Ponce García, Diego Vargas Peña.

Bajos: Juan Antonio Cabezas Garrido, José Manuel Calderón Miranda, Camilo Díaz Parejo, Manuel Domingo Espinosa Rodríguez, Enrique Martínez Estévez, Luis Miguel Millán Polo, Francisco Moreno Moreno, Benito Sánchez Moreno, José Manuel Soto Yáñez.

NOTAS AL PROGRAMA

La devoción. El infinito. El cielo. Desde tiempos inmemoriales el cielo ha sido mucho más que una frontera física entre la Tierra y el Universo. Muy pronto adquirió un papel inspirador en un sentido telúrico y humano, ese objetivo último de consuelo, seguridad y paz, o incluso de último lugar para la residencia del alma -o un lugar de paso hacia una vida etérea y trascendental, sea en un ámbito sacro o incluso profano. O los dos al mismo tiempo. La música sacra ha sido, de una forma o de otra -y en este mundo sensorial en el que vivimos-, una expresión o hasta un intento de traducir la perfección que hemos construido como cimiento de ese cielo deseado.

Ad Cælum es uno de los muchos dibujos posibles, en música, de un camino desde el mundo terreno -el nuestro- hacia lo trascendental -hacia donde ansiamos caminar.

I heard a voice from heaven, texto extraído del Libro de Oración Común, inicia este viaje en el que la voz venida del cielo nos afirma que “bienaventurados son los que mueren en el Señor”.

La devoción como forma de alcanzar el cielo nos alcanza por medio de la acritud y expresividad de la escritura de Thomas Tomkins, y continúa bien presente en la obra del español Lopes-Morago (que vivió en Portugal casi toda su vida), Jesu Redemptor I para cinco voces. Es en este momento cuando se pide para que el alma del difunto sea recibida en el Paraíso -esa petición implora la clemencia del cielo divino. Morago nos dejó un segundo Jesu Redemptor, con el intenso texto del oficio de difuntos: “Jesús Redentor, recibe estas almas en el Paraíso, amén”. Utilizando una escritura a dos coros, Lopes-Morago enfatiza de forma clara y magistral el hecho de que se trataría de una obra escrita para las exequias de varias almas.

Entre estas peticiones para la inmortalidad del alma que jalonan el programa, y dentro del tema inspirador de este concierto, interpretamos obras menos conocidas del repertorio coral renacentista. Del malagueño Padilla -maestro de capilla de la Catedral de Puebla, México, de 1629 a 1664- un poco conocido Stabat Mater nos trae la simplicidad y expresividad en una única obra, de un modo envolvente.

De Thomas Weelkes, un bellísimo motete construido a partir de un extracto del Libro de Samuel (Samuel 18:33), en el preciso momento en el que David tuvo conocimiento de que su hijo Absalón había sido asesinado. Weelkes transcribe en música, de una forma conmovedora, el sufrimiento atroz sentido por David y el deseo arrollador de haber muerto en su lugar.

Las Funeral Sentences de Purcell, escritas con ocasión del fallecimiento de la Reina María II en 1695, aparecen en este contexto de concierto justo tras la obra de Weelkes, casi como un corolario a la muerte de Absalón. Cumpliendo el recorrido litúrgico de un oficio de difuntos en el que estamos inmersos a esta altura del programa, Memento Mei del portugués Duarte Lobo es el responsorio que se oye, alternado con canto llano, y que pide paz eterna para el alma del difunto.

El concierto encierra todavía dos obras ya camino de un período pre-barroco: una selección de las Cantiones Sacræ de Schütz, y el exuberante Cantate Domino a seis voces de Monteverdi, en el que la alabanza divina se manifiesta por medio del texto extraído de los salmos 95 y 97, en en que el arpa se une a la voz en alabanza a Dios, y al deseado infinito, trascendente y eterno. El Cielo.

Pedro Teixeira

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